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4

No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre santo.
 

El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó:


-¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?


No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la respuesta:


-Algunos lo sabemos y otros no.

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