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3

Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día siguiente y decidieron reclamar las palabras del santo de nuevo.

El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:

-¿Sabéis de qué voy a hablaros?

-Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos-.

-Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.

Los aldeanos se sintieron burlados y experimentaron mucha indignación.
 

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