La Duquesa de Alba aparece en el centro de la composición, con un un poco llamativo por los grandes negros que ella tenía y que aparecen enmarcados con unas muy negras y pobladas, además de un que era muy rizado (lo tenía muy ensortijado).
En esta ocasión Goya la retrata como una viuda, con un negro bastante llamativo y el color negro solo aparece roto por el encaje dorado que le ha pintado en las junto a esa especie de cinta -a modo de - de color rojo y unos también dorados de bastante y con su índice señalando hacia el suelo.
Ella era muy bajita -muy bien pero muy bajita-. Una mujer estupenda con ese rostro de sonrosadas que le ha pintado Goya.