Soy malo porque soy desgraciado.

Frankenstein. Mary Shelley.

La pr ctica científica de su época y la eterna pretensi n de emular a Di s,
lle an a Víctor Frankenstein a cre r un hombre sir iéndose de fragmentos de cadá eres. M s que miedo pro oca una doble refle i n: por una parte, la triste y lastimosa criatura es repudiada de ido a su apariencia repulsi a; por otra, la sober ia del científico le arrastra a la perdici n.

Más que por su fealdad, Frankenstein es un m nstruo por su imperdonable diferencia, algo intolerable aunque pudiera esconder s lo bondad e inteligencia.



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