¿Peste señor?. No hay peste en Venecia.

La muerte en Venecia. Thomas Mann.

No aparece la Italia luminosa, sin Venecia, vuelta en su totalidad al pasado, llena de nostal ia fatal, decorado grand oso y destartalado para la muerte de un artista, para ese esto último que nunca repetirá.
Gustav Aschenbach, consc ente de que no tiene más que decir, de que se han esfumado su ener ía y su esp ritu creativo, se e trega a la ensoñaci n y a una pasi n tan i posible ya c mo su obra venidera, y deja que la peste le condene a una muerte gr s y suntu sa.

Mann sie pre encierra un eco sombr o, aunque s lo sea metaf rico, de la muerte desatada en las guerras de la Alemania de su tie po.



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