Texto vídeo 1.- (Orígenes de la Luna): Marte, el planeta rojo tiene problemas, algo ha interferido en su órbita. Marte se ha salido de su camino y se precipita hacia el Sol. El problema radica en que la Tierra se encuentra en su trayectoria y la colisión es inevitable. ¿Ficción?, puede, pero no se confundan, todo apunta a que en la realidad se produjo un choque semejante que conmocionó la Tierra hasta la médula, aunque esto supuso un golpe de suerte. Parece ser que la Tierra chocó realmente con un cuerpo del tamaño de Marte y que de esta colisión surgió la Luna, lo que fue una suerte porque la Tierra sería ahora un planeta diferente si no tuviéramos la Luna. Esta es una proto-tierra sin luna esperando que se produzca el choque de la suerte. La Tierra inicial, la que existía antes de que se produjera el choque que dio lugar a la formación de la Luna, quedó destruida en la colisión. La Tierra que hoy habitamos, la Tierra en segunda versión, es un planeta completamente diferente de lo que hubiera sido si el choque no se hubiera producido. Hasta hace poco los científicos no se habían planteado una pregunta tan sencilla; ¿qué pasaría si NO tuviéramos la Luna?. Si no tuviéramos el Sol no habría vida en la Tierra, es más, no existiría la Tierra, pero, ¿y en cuanto a nuestro vecino celestial, la Luna?, sin ella algún tipo de planeta Tierra existiría de todas formas pero este estaría privado de vida terrestre. Plutón es el otro planeta con una luna relativamente grande, sin embargo estos diminutos y lejanos cuerpos son planetoides congelados que realmente no cuentan. Júpiter, el planeta más grande tiene dieciséis lunas pero al igual que las de los otros gigantes gaseosos, Saturno, Urano y Neptuno, sus lunas son diminutas comparadas con ellos. Júpiter y sus satélites forman entre sí una especie de sistema solar en pequeño. Marte tiene dos lunas de tamaño muy pequeño, que con toda seguridad son asteroides capturados. En muchos sentidos Venus es el planeta gemelo de la Tierra pero no son similares en lo referente a las lunas. Venus no tiene lunas, lo mismo le pasa a Mercurio, un planeta un poco más grande que nuestra Luna, el más cercano al Sol. Dentro del sistema solar solo la Tierra tiene la suerte de tener una Luna de tamaño considerable, ¿cómo es posible?. La teoría no puede ser tan evolutiva para poder aplicarse a todos los planetas porque de ser así Mercurio tendría que tener una luna y Venus y Marte también, pero no la tienen. Si la Luna y la Tierra se formaron juntas en el Sistema Solar embrionario, la Luna debería tener al igual que la tierra un enorme núcleo de hierro. No lo tiene, por lo tanto la teoría falla. Y en cuanto a la teoría de la captura de cuerpos externos, ¿pudo la Tierra tomar como rehén a un planetoide que iba de paso?... no es posible. Un cuerpo del tamaño de la luna seguiría su camino. Una tercera teoría señala que debido a que la proto-tierra estaba en estado semilíquido, giraba a gran velocidad, un trozo del planeta pudo desprenderse de la parte ecuatorial, pero la física no toma en serio esta posibilidad. Cuando la NASA va a viajar a la Luna los científicos buscan una explicación más plausible. Se encontraron insatisfactorias las tres teorías por lo tanto la Luna no debería existir. Pero la Luna existe y desde 1969 seis misiones han llevado a doce astronautas a pisar la superficie lunar. Pero los primeros alunizajes del Apolo se concentraron tan solo en poner banderas y dejar huellas sobre el suelo, más adelante los astronautas comenzaron a buscar lo que se llamaban rocas génesis, aquel material que datara de la época de la formación de la Luna. ¿Resolverían estas el misterio del origen de la Luna?. En total las misiones del Apolo obtuvieron 336 kilogramos de polvo lunar y de rocas. Cuando las expediciones del Apolo volvían de la Luna se organizaban inmediatamente una serie de conferencias anuales en Houston para estudiar las rocas que habían traído y para discutir sobre la composición química y las propiedades de estas. La gente los llamaba festivales de rock, había uno cada año. Los resultados son decepcionantes, las rocas se parecen a las del manto de la Tierra pero no contienen agua y tienen muy poco hierro. No se trata de rocas génesis y no es de extrañar. A lo largo de miles de millones de años la Luna ha sufrido gran cantidad de bombardeos cósmicos que ha destruido las rocas más antiguas de su superficie. La búsqueda de las rocas génesis fue una empresa de locos. El hombre pisa la Luna pero esto no arroja ninguna luz sobre las teorías de su origen. Los científicos se reunieron y comentaron; han pasado casi diez años desde la última expedición del Apolo y tendríamos que haber aprendido algo sobre los orígenes de la Luna y sus primeros años de existencia. ¿Por qué no tenemos una respuesta? . Hartman opina que sus colegas han pasado por alto lo más importante al haberse concentrado tan solo en analizar las rocas. Según él, en los choques está la clave de todo. La Luna es un registro claro de los impactos procedentes del espacio desde hace 4500 millones de años, además alguno de estos choques han sido realmente brutales aunque no se vean claramente en el hemisferio visible desde la Tierra. Antes del Apolo, cuando se desconocía casi por completo la cara oculta de la Luna, Hartman empezó a localizar en un mapa los cráteres de los bordes en el hemisferio visible. En un laboratorio, con la ayuda de sus colegas, construyó una maqueta de un globo. Proyectamos sobre el globo las mejores fotos de la Luna y la observamos de lado, entonces descubrimos una serie completa de rasgos. Había unas grandes cicatrices concéntricas que eran cráteres gigantescos de unos mil kilómetros de ancho. Esa fue la conexión para pensar que la Luna había sufrido grandes choques y de que en el Sistema solar había habido cuerpos muy grandes dando vueltas que acabaron chocando contra los planetas iniciales. Y por cada cuerpo que chocaba con la Luna, veinticinco se estrellaban contra la Tierra. En 1984 Hartman estaba completamente convencido; el pequeño núcleo de hierro, las rocas sin un rastro de agua como aquellas que se encuentran en el manto de la Tierra… la Luna tiene que haberse formado a partir del choque más gigantesco que haya habido. El objeto con el que chocó tiene que haber sido del tamaño de un planeta, pero ¿es posible que los planetas puedan chocar?, una nueva teoría rusa sobre la formación de los planetas defiende que estos pueden chocar y que de hecho chocan. El Sistema Solar en sus orígenes es una vorágine, las partículas de una gigantesca nube primordial se amontonan, crecen hasta alcanzar el tamaño de un balón de baloncesto, se unen unas a otras, chocan, al final son como montañas. Este proceso dura unos cien millones de años, nos encontramos en los últimos estadios de la formación de los planetas. Un planetoide hace estallar al manto de Mercurio, los restos del choque se dirigen a Venus. Más allá se encuentra la Tierra, la tercera roca del Sol, pero después, en el espacio que hay hasta Marte existe otro planeta, un solitario extraño llamado Orfeo. Su órbita pasa demasiado cerca de la Tierra, en la siguiente vuelta se produce el cataclismo. Es una idea muy elegante, la idea de que hubiera grandes colisiones que afectaran de vez en cuando a los planetas nos permitiría explicar por qué un planeta tiene un tipo de sistema y otro lo tiene completamente diferente, pero de todas las maneras, si uno se distancia suficiente y observa los planetas en conjunto verá que son relativamente parecidos, o sea, que hay unas similitudes pero también unas peculiaridades propias de cada uno. Venus por ejemplo rota al revés probablemente como resultado de un golpe fortísimo, Marte tiene un movimiento similar al de la Tierra lo que podría indicarnos que también sufrió una gran colisión. El gigante gaseoso, Urano, gira de costado debido al choque con un cuerpo del tamaño de la Tierra. Conozcamos a un experto mundial en choques, en Arizona al igual que Hartman, Jay Melosh se muestra escéptico en relación con la teoría Orfeo, pero está dispuesto a estudiarla. Como científicos estamos muy interesados en saber qué sucede cuando dos planetas colisionan, pero probablemente no podremos hacer nunca experimentos con planetas reales, por eso tenemos que buscar otra manera de reunir información acerca de lo que sucede cuando dos planetas chocan. Melosh recurre a los especialistas en colisiones por excelencia, a los militares. |