Somos capaces de percibir lo que nos rodea gracias a nuestros sentidos. La luz captada a través de la vista produce imágenes en nuestro cerebro, los receptores gustativos de nuestra boca informan a nuestro cerebro del gusto en nuestras comidas, algunas vibraciones del medio son capturadas en nuestro oído y transformadas en sonidos en nuestro cerebro. Lo mismo ocurre con los receptores olfativos de nuestra nariz o la interpretación que hacemos de la presión en nuestra piel a través del tacto. Todo ello contribuye a mejorar nuestra comunicación y nuestra interacción con el entorno.