Los versos de Miguel Hernández inundan la Red

El poeta Miguel Hernández

Hoy se cumplen 100 años del nacimiento de Miguel Hernández, poeta al que hemos ido recordando en Internet con numerosas actividades. Hagamos que la Red se inunde con sus versos. Desde El Tinglado queremos participar en este homenaje colectivo para que la memoria del poeta perviva como ejemplo de ser humano que no se rindió ante ningún límite. Miguel Hernández vivió y murió defendiendo la libertad y la poesía, pues ambas se alimentan mutuamente. Con él la poesía se hizo amor, vida y muerte; se hizo humana.

1. Palabras de Miguel Hernández

Muchas personas murieron defendiendo la libertad en aquellos años sombríos, y a ellas dedicamos también este homenaje. Pero Miguel Hernández nos legó además unos versos de perfección inigualable. Esa poesía, esas palabras son las que ahora retumban a nuestro alrededor, las que hemos querido reunir en unos cuantos poemas que recitamos y cantamos en este blog, y que resumimos en esta nube de Wordle:

Palabras de Miguel Hernández

Queremos que participéis con nosotros recordando las palabras, metáforas y expresiones de Miguel Hernández que más os lleguen al corazón. Para ello, escribid en el área de texto siguiente esas palabras en un mismo párrafo, y después pulsad el botón Enviar. Al poco tiempo, lo veréis publicado en el marco de texto inferior.

Palabras de Miguel Hernández

Con este homenaje nos unimos a quienes celebran el nacimiento del poeta en toda la Web y a quienes ya lo han hecho en Glogs en homenaje a Miguel Hernández. Del mismo modo que en este blog hemos homenajeado a otros poetas con sus versos, en las siguientes páginas recordamos a Miguel Hernández con sus propias palabras.

Páginas del homenaje

2. Homenaje de Leonor Quintana con voz de Javier Escajedo

¿Qué os sugieren estas imágenes?

Muchos sabréis que en su infancia fue pastor y los elementos de la naturaleza son imágenes recurrentes en su poesía: la luna, el mar, el río, la tierra, la siembra, los rayos, la lluvia, el viento...

¿Sabíais que el poeta perdió a su primer hijo y escribió, esperanzado, este poema ante el nacimiento del segundo?

Este vídeo está dedicado a su poesía "A la luna venidera":

Y el poema de Miguel Hernández con voz de Javier Escajedo:


3. Ana M. Almarza y Javier Escajedo: El niño yuntero.

La preocupación social y la miseria de los desfavorecidos son también temas presentes en la poesía de Miguel Hernández. En 1937 escribió El niño yuntero poniendo de manifiesto la brutalidad de su mundo frente a la fragilidad del niño obrero.

Años después, leer este poema evoca imágenes que, en realidades distintas, claman ante la injusticia. Víctimas del maltrato de algunos y de la indiferencia de casi todos, sólo un poco más al sur, luchan por sobrevivir otros niños yunteros en una tierra hostil que ni siquiera pueden llamar suya.

Más allá de lo literario, esto es una invitación a la reflexión porque, lamentablemente, este poema de Miguel Hernández sigue teniendo sentido en nuestros días.

El poema recitado por javier Escajedo:

4. Poemas de Miguel Hernández recitados

Por Ángel Puente


Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo, no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Pena con pena y pena desayuno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos, penas me oponen su corona,
cardos, penas me azuzan sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
circundada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!

 

Por Lourdes Domenech


Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios,
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

Por Isidro Vidal

 

Por una senda van los hortelanos,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de inviernos, primaveras y veranos.

Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
y van a la canción, y van al beso,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.

Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora,
sino que merodea sin destino.

Bajo su frente trágica y tremenda,
un toro solo en la ribera llora
olvidando que es toro y masculino.

 

Por Marcos Cadenato

 

¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?    

Recuerdo y no recuerdo aquella historia              
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.    

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.   

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.

Por Alejandro Valero

 

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda,
limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Por Maise Herrero

 

Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
un páramo de ausentes.

Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos
que aún baten, que aún quisieran.

Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa
desolación que sientes.

Desolación con hielo,
aún mi calor te vence.

 

Por María Jesús Alcántara

Elegía

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


5. Poema cantado por Jesús Serrano

Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.

 

6. Homenaje final al alimón entre Leonor y Javier

Cancionero y romancero de ausencias 5

En el fondo del hombre
agua removida.

En el agua más clara
quiero ver la vida.

En el fondo del hombre
agua removida.

En el agua más clara
sombra sin salida.

En el fondo del hombre
agua removida.

 
Texto de El Tinglado - 30.10.10

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