En los poemas generalmente oímos una sola voz: la del personaje que el poeta ha creado.
Pero si este personaje narra alguna historia, entonces quizá oigamos las voces de los personajes de esta historia.
También puede ocurrir que el poema tenga forma dialogada: en ese caso oímos las dos voces que se van alternando a lo largo del poema.
Finalmente, hay veces que el personaje poético se desdoble en "dos yoes": en este caso no hay diálogo, pero en el poema también oímos dos voces.
En las siguientes actividades oirás poemas de estos tres tipos y encontrarás poemas para que tú los recites.
Hay poemas en los que el personaje poético es un narrador que cuenta alguna historia. En algunos de estos poemas podemos oír las voces de los personajes, como en éste de Federico García Lorca, que vas a oír recitado por Rafael Alberti
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Pasaron cuatro jinetes
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
"Vente a Córdoba, muchacha".
La niña no los escucha.
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
"Vente a Sevilla, muchacha".
La niña no los escucha.
Cuando la tarde se puso
morada, con luz difusa,
pasó un joven que llevaba
rosas y mirtos de luna.
"Vente a Granada, muchacha".
Y la niña no lo escucha.
La niña del bello rostro
sigue cogiendo aceituna,
con el brazo gris del viento
ceñido por la cintura.
Arbolé arbolé
seco y verdé.
Lee ahora este otro poema de Federico García Lorca. En él también oímos voces que no son las del narrador, pero no hay signos de puntuación que las señalen. Distingue estas voces e identifica los personajes a los que pertenecen.
ROMANCE DE LA LUNA, LUNA
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lubrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Cuando hayas resuelto la cuestión anterior, recita el poema tratando de diferenciar las diferentes voces que se han de oír.
Hay poemas que tienen forma dialogada. Por ejemplo, una voz hace preguntas y otra responde. O una voz afirma algo y otra replica con una pregunta, como en el siguiente poema de Juan Ramón Jiménez
Este poema dialogado es también de Juan Ramón Jiménez. Recítalo interpretando sus dos voces.
El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!
Los poemas "a dos voces" son muy frecuentes en la obra de Federico García Lorca. En ellos, el personaje poético se desdobla en "dos yoes" que alternan sus voces en tonos y con matices diferentes:
DESPEDIDA
Si muero
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo.)
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento.)
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
En poemas como éste, una de las voces se distingue gráficamente mediante el paréntesis. Pero al recitar, la distinción se ha de hacer mediante una entonación más grave (varios semitonos por debajo de los enunciados corespondientes a la otra voz):
Recita el siguiente poema "a dos voces" de Federico García Lorca:
CORTARON TRES ÁRBOLES
Eran tres.
(Vino el día con sus hachas.)
Eran dos.
(Alas rastreras de plata.)
Era uno.
Era ninguno.
(Se quedó desnuda el agua.)
Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.
Anónimo
LA BALADA DEL AGUA DEL MAR
El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?
Vendo, señor, el agua
de los mares.
¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?
Llevo, señor, el agua
de los mares.
Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?
Lloro, señor, el agua
de los mares.
Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?
¡Amarga mucho el agua
de los mares!
El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.
Federico García Lorca
NOCTURNOS DE LA VENTANA
Alta va la luna.
Bajo corre el viento.
(Mis largas miradas,
exploran el cielo.)
luna sobre el agua.
luna bajo el viento.
(Mis cortas miradas,
exploran el suelo.)
Las voces de dos niñas
venían. Sin esfuerzo,
de la luna del agua,
me fui a la del cielo.
Federico García Lorca
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